martes, 13 de marzo de 2012

Perdona pero quiero casarme contigo

El absurdo de ese vacío neumático, la ausencia total de todo, como respirar en un mundo sin aire, como beber de un vaso vacío, como tirarse a una piscina sin agua, el silencio de las profundidades marinas, la ausencia de cualquier sonido, palabra, color, alegría, felicidad, sentimientos cristalizados, como si el mundo se hubiera partido por la mitad y, de repente, esa sonrisa robada, impresa, crucificada, disecada e inanimada. Así es el vacío desgarrador que siente. ¿Quién me ha privado de la emoción, del sentimiento y de la felicidad? Ladrón . maldito ladrón del amor, te lo has llevado y después lo has escondido, lo has metido en una botella y lo has arrojado a las más frías profundidades de esta tierra que hoy me acoge. Avanzo día tras día sin notar ya el calor del sol, todo me aburre y me rotura dolorosamente, estoy destinado a sufrir para siempre, como  condenado a cadena perpetua que, sin embargo, no ha visto en ningún momento un tribunal, unos jueces o alguien que pudiese decirle algo, el motivo de sus culpas, cualesquiera que estas sean. No.  Se quedará para  siempre en esa habitación, solo con sus pensamientos y sus recuerdos, intentando imaginar quién puede ser el que lo ha encerrado y cuál puede ser su culpa... En caso de que la tenga.
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Cuando se sufre de ese modo cuesta creer que pueda existir un dios, que de verdad haya alguien entre las estrellas que no se compadezca de tu desesperación. Por un momento recuerdas la felicidad del amor, y el mero hecho de vislumbrar la belleza de ese paraíso que te hace comprender mejor las atrocidades del infierno que estás viviendo.

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